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Los compromisos formales de los bancos con el cero neto enfrentan desafíos. Sin embargo, su racionalidad económica sigue vigente para los bancos que buscan (i) crecimiento en sectores verdes, (ii) alineación estratégica con cambios regulatorios y (iii) ayudar a los clientes a adaptarse mediante la especialización.

Los nuevos escenarios incluyen actualizaciones significativas, centradas principalmente en la evaluación del riesgo físico crónico con una función de daños actualizada que incorpora los análisis más recientes, lo que resulta en mayores pérdidas esperadas.

A pesar de que las elevadas tasas de interés y la geopolítica restringieron la actividad económica, y aunque el consumo de carbón se redujo y hubo un incremento en la penetración de las renovables, las emisiones de CO2 experimentaron un leve aumento en 2023 (0.1%), acercando al mundo a superar los 1.5°C antes del año 2030.

Las implicaciones ambientales, sociales y económicas que trae consigo el cambio climático ponen de relieve la creciente preocupación por desarrollar estrategias dirigidas a combatir y mitigar sus efectos. Los hogares emiten aproximadamente un 20% de las emisiones de CO2, si bien su huella va más allá.

Terminada la COP 27, el balance de lo logrado es poco satisfactorio: una oportunidad perdida de avanzar decididamente en mitigación, adaptación y financiación climática, que no se compensa por el avance en la reparación de pérdidas y daños climáticos.