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Pese a revisar al alza crecimiento e inflación, Lagarde mantuvo un tono prudente, subrayando la elevada incertidumbre y evitando dar guidance. El BCE vigila de cerca servicios y salarios y empieza a evaluar el impacto de la IA. Salvo sorpresas, se perfila una pausa prolongada con el tipo de depósito en 2% hasta 2027.

Tres meses después de haber aprobado el paquete de emergencia de compra de activos para afrontar la crisis de la COVID-19 (el programa PEPP), inicialmente dotado con un importe de 750.000 millones de euros, el BCE lo ha incrementado en 600.000 más en su última reunión.

El pasado jueves, en medio de una jornada de pánico en los mercados, en la que las bolsas caían a plomo y los inversores buscaban refugio en activos seguros, y después de que la Organización Mundial de la Salud declarara pandemia global el COVID-19, el BCE redobló los esfuerzos en materia monetaria en dos frentes.

Christine Lagarde arranca su mandato al frente del Banco Central Europeo (BCE) con un propósito ambicioso: cerrar este año una revisión de la estrategia de la política monetaria, esto es, el marco que guía sus decisiones para cumplir su mandato.

En general, la primera conferencia de prensa de la Sra. Lagarde fue la esperada, con un estilo de comunicación franco cuando se hablaba de cuestiones que no estaban estrictamente relacionadas con la política monetaria, y una línea sin cambios en la orientación de la política monetaria.

El que fuera presidente del Banco Central Europeo (BCE) será recordado por varias cosas, y una de ellas es el no haber subido nunca los tipos de interés durante su mandato, y haberlos bajado, de hecho, hasta los niveles negativos de la actualidad.