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Tras el ciclo de endurecimiento monetario más rápido en décadas (2022-2023), los principales bancos centrales han iniciado un proceso de bajadas de tipos de interés, marcado en su “última milla” por la cautela.

La reunión del BCE celebrada el jueves pasado puso mucho foco en temas que poco tienen que ver con la política monetaria, lo cual es sintomático de que el banco central se encuentra cómodo con el nivel actual de los tipos de interés.

El foco de la reunión de política monetaria del BCE del jueves no residía tanto en la decisión sobre los tipos de interés —ya descontada por analistas y mercados, que esperaban sin cambios el tipo de depósito en el 2%— como en las señales que pudiera dar Christine Lagarde sobre los próximos movimientos.

El BCE mantuvo los tipos sin cambios y, con el tono ligeramente hawkish de Lagarde, se refuerza la idea de que las tasas actuales marcan probablemente el fin del ciclo. Las nuevas previsiones apuntan a riesgos más equilibrados, apoyadas por el acuerdo comercial con EEUU.

Lagarde logró enfriar las expectativas de otro recorte este año, reforzando un enfoque más prudente y dependiente de datos. Si el panorama global no empeora, y sin sorpresas en inflación o actividad, el BCE podría haber alcanzado ya el final de su ciclo de relajación.

Analizamos los factores que impulsan los precios de activos clave, como el euro-dólar y el diferencial Bund-Tesoro, con un modelo SVAR con restricciones de signo, que también permite extraer un indicador de condiciones macrofinancieras globales.

El BCE recortó los tipos al 2 % con un amplio consenso y señaló que el ciclo de recortes podría estar llegando a su fin. Aunque se muestra confiado respecto a la trayectoria de la inflación, la elevada incertidumbre geopolítica y comercial deja abiertas las decisiones futuras.